Charly siempre habló de fútbol

 


Fue de noche. Mis viejos se habían ido a cenar y yo encontré la posibilidad que estaba buscando hace tiempo. Ni bien escuché el golpe de la puerta, entendí que estaba solo y que iba a poder hacer algo a escondidas de mi papá. Porque cuando uno es chico, y hace algo a escondidas de sus padres, conlleva el doble de adrenalina, de emoción, de prohibición, de tentación y de diversión.


Entonces, me subí a una silla, traté de estirarme lo más posible para batallar contra mi estatura y la saqué con mis dos manos, con un cuidado que nunca tuve con ningún otro objeto. Lo que pasa, es que no era cualquier objeto. Era una guitarra, y no cualquier guitarra. La guitarra de mi viejo. Una Fernández criolla, clásica, con las cuerdas de nylon.


Pero la sorpresa vino después. Una pequeña revista cayó sobre mi cabeza, con el título de "Canta Rock", y en la portada, una caricatura con un hombre con un bigote bicolor, con anteojos, riéndose de quién sabe qué. Automáticamente abrí aquella revista, y la primera letra que divisé fue "Confesiones de invierno" .


 En ese mismo instante supe que ese hombre era a quien mi viejo escuchaba cada vez que íbamos por la ruta, supe también que aquella composición, en cada una de sus letras, en cada una de sus comas, sus puntos, sus exclamaciones, me representaban, y representaban a muchos que, como yo, estábamos por entrar en la adolescencia. 


Por último, supe que Carlos Alberto García Moreno hablaba de la vida, pero como yo tengo la incansable necesidad de relacionar la vida con el fútbol, me convencí de que Charly, en todas y cada unas de sus letras, hablaría, justamente, de fútbol.


Y lo primero que pensé luego de poner los dedos en el acorde de RE mayor en Confesiones de Invierno, fue que Charly describió que los relatores nos mienten cuando hay una jugada de gol, en "Y la radio nos confunde a todos". 


Si uno se ubica en el primer álbum llamado "Vida" junto a Nito Mestre, con el grupo Sui Géneris, en aquel año 1972, uno puede encontrar claramente otra alusión al fútbol. La frase "Para estar en su alma todos los demás, día de mi vida", no es ni más ni menos de lo que nos pasa a todos los futboleros con nuestros equipos, estando en nosotros, absolutamente, todos los días de la vida. 


De bienvenidos al tren, en el segundo álbum de su carrera, me fascinó el fragmento "Por eso es que vago, esa es la verdad", porque me representaba a mí y a mi grupo de amigos cada vez que íbamos y veníamos de la cancha con un tranco lento, con el deseo de que las horas transcurran interminables en la calle. 


Pero vayamos un poco más hacia adelante. 1984. Independiente campeón de la copa Libertadores e Intercontinental. Ese año, salió Piano Bar. Charly compone uno de sus mejores discos. No puedo dejar pasar la canción Cerca de la revolución, porque en "Moriría arrodillado a tus pies" encontré un lugar en donde homenajear a Bochini.


Podría nombrar mil discos más y mil canciones más, hasta el último lanzamiento, "La lógica del escorpión", pero la última obra que nombraré es "Cuando me empiece a quedar solo". Porque todos, en algún momento de nuestras vidas, quedaremos solos, con el televisor como eléctrica compañía de fondo, mirando a nuestro eterno equipo. 


Como les digo, Charly, que habló siempre de la vida, aunque a muchos se les pase por alto, también habló de fútbol, o por lo menos para mí. Porque en definitiva, la música se interpreta diferente en cada cuerpo, en cada alma, pero hay algo que es innegable, la música de los grandes maestros tienen el divino orden de acompañar las vidas de los demás, de consolarlos, de no dejarlos solos, de hacerlos encontrar respuestas cuando no las hay. Y Charly lo logró siempre.


70 años haciendo que el mundo sea mejor, más lindo y más pensante. Para siempre, feliz cumple a nuestro eterno Charly García, y say no more.


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