Fanático del Globo el Rulo. Entonces ahí nomás lo adoptamos. Tenía un pelo extravagante. Las ondulaciones le eran autopistas sin fin de un color que parecía brea. Cuando llovía, te juro, el agua le resbalaba. No se mojaba el guacho. Sabía mucho de fútbol, pero un día le pifió. Fue esa noche. Mientras en la mesa de Pool se libraba la batalla entre el Agus y Lucho, Rulo prendió un pucho, lo pitó, y dijo, muy creído el flaco, -Houseman hubo uno solo-
Ahí nomás, deteniendo el humo del bar con la mirada y absorbiendo la presión del grupo con los ojos, el Agus frunció las cejas, apoyó el palo de Pool como si fuese el bastón perdido del General Perón y nos miró. Telepáticamente, como si no fuésemos de esta tierra, un mensaje extraordinario en cuanto a su riqueza semiótica y contenido cultural, se nos hizo recuerdo en la frente. Toto se levantó del sillón de cuerina marrón, dejó el vaso de whisky y contundente como la delantera del Globo del ’73 le respondió -Te equivocás Rulo. Te estás equivocando. No te equivoques Rulo-
-Bueno bueno che, contale al pibe. No sean tan turros que este recién entra. No sabe de lo que estás hablando- salió el Negro, medio mamado ya, a retrucarle al Toto. Yo observaba nomás. Me reía medio de costado como el Maestro Tabárez. El Negro, entonado como un tango de Carlitos, arrancó y no lo paró mas nadie, como a Houseman -Cuchame una cosa, Rulo querido. Hubo un tipo, que le redobló la apuesta al Loco, eh. Desde lo futbolístico, ojo no jodamos. No jugó ni en Huracán ni en ninguno de esos equipos de primera. No me vengas con esas cosas. Jugó torneos que terminaban a los corchazos y con algún que otro réferi pasado pal cuarto. Si hemos corrido la puta madre. Después me vienen con Bolt. Cada socaga nos pegamo-
-El tema es que este pibe viste, ojo, ahora está rescatado, si lo ves, no lo reconocés. Es un bacán. Tipo serio ahora. Le quedaron algunas mañas, como tirar guita a la Marchanta- siguió el Negro. Todos mirábamos atento como si Gastón, osea el Negro, fuese Marilyn Monroe. Pero después nos dimos cuenta que no era la rubia sino que era el Negro. Entonces Toto lo sacó, lo sentó y replicó -Negro la sigo yo. Nosotros teníamos un equipo, vistes, de amigos. Todos de Sarandí. Ojo, venía serio el tema . Con reunión previa antes del día del partido. Yo siempre empilchando bien, medias altas. Pero este guacho, era un desastre. No concentraba nunca. Se tomaba hasta los francos-
En eso, el Agus, que seguía dándole al Pool, como si hubiese escuchado la historia por enésima vez, se rió y casi que caga el relato. Entonces Toto, con una cintura incontrolable, la resurgió -No le hagas caso a este que se ríe. Yo tengo varios ceniceros encima por contar esta historia. Como te decía, ya me hicieron perder la puta que lo parió. Te decía- traba de acordarse Toto.
-Te contaba Rulo querido. Una vuelta, jugábamos una semifinal en el predio de Lalo Maradona. La –Lo-Ma-Ra-Do-Na, era como jugar adentro del SEGA para nosotros. Cuchame, no me interrumpas, concentramos un día antes. Rodrigo, el más grande, que había jugado en Arsenal- , -Le fue para el tujes al agrandado ese- asomó el Agus , -Te decía- siguió Toto como no dándole importancia al grito del hermano, -te decía que este Rodrigo hizo la charla previa. En la casa. El falso Houseman no apareció. Al otro día, Chicho, el papá de este Rodrigo, nos llevó en un semi, en un mionca a todos a jugar la final. Uno cincuenta medía el muy hijo de puta. Era una hormiga montando un elefante. Bueno, seguila vos Negro, ya me cansé de que te rías como un boludo-
-No te enojes Totín, yo la sigo- se paró como podía el Negro y arrancó -Llegamos al predio del Lalo. Impecable la cancha. Te daba lástima pisar el césped. Era como desvestir un maniquí. Cuestión que de repente, en plena lleca, sentimos una baranda a escabio. Del barato viste, cogoteamos para el costado y apareció el falso Houseman. Todo desgarbado. Completamente ciego, un olor a tinto que prendía fuego el campo, unos soquetes de cada color y unas topper de lona iguales a las que usaba Nito Mestre cuando cantaba con Sui Generis-
-Lo tuvimos que poner porque no llegábamos a completar. Partido peleado. Había un japonés hijo de puta que sospechó todo el partido. Que peludo nos pegó. Después lo echaron al ponja porque el Toto le dijo ¡Salí de acá chino de mierda! y el ponja se dio cuenta que lo trató de chino. Le dio un bife al Toto y afuera el japonés. Lo que nadie sabía ni sospechaba es lo que iba a pasar después. Faltaban cinco nomá. Cero a cero cerrado como culo de muñeco. El falso Houseman parado sobre el vértice derecho del área rival. Pelota en el aire. El pibe levanta la vista, atónito, casi que ni ve como el balón tapa la circunferencia del sol haciendo las veces de buitre que se está por devorar al hombre que camina sediento. La de cuero va cayendo en cámara lenta como si Dios quisiera disfrutar un poco más aquel momento. No va que la caprichosa va cayendo y antes de que toque el sintético, el falso Houseman, que no había estado en los noventa minutos, tira pa´ tras la pierna izquierda, la pasa por sobre la derecha, y con el último pedacito de goma sano de la Topper de lona, la agarra de rabona, como uno agarra el último bondi a las doce de la noche. La agarra y la pelota, bien mal intencionada con el rival, viaja a una velocidad que no se puede describir. Se cuelga como el mono tití del ángulo superior izquierdo del guacho del Panadero Martínez, que atajaba pal contrario y tenía una panadería que te rompía el ocote con los precios. Se clava en el ángulo. Y es gol. Es gol. Es gol, la puuu….- Ahí nomás se pone a llorar el Negro, como recordando aquel jugador y aquel gol con una nostalgia que no aceptaba la frase de Rulo al referirse a Houseman. -Por eso te digo que no te equivoques, Rulo. El Negro está sentimental- , remató Totín.
Terminamos de jugar al pool y cuando nos estábamos yendo, Rulo, maravillado con la historia, no podía comprender cómo no habíamos revelado el nombre de aquel autor del gol de rabona en estado de ebriedad. Lucho le había dicho que tenía que tener al menos seis meses de experiencia en el grupo. Cuando cruzaba la puerta, el Rulo lo mira al Agus y nos dice -Che, mírenlo a este. Tiene la mismas Topper que el de la historia. Encima es zurdo. ¿De qué jugás vos Agus?-
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