Entra el Gordo. Manos en los bolsillos, jean ancho, clásico. Un paso con la derecha, otro con la izquierda al efecto de golpe interno de cada pie. Saca repentinamente la mano derecha de su bolsillo y saluda, alegre -Muchachos, ¿Cómo dicen que les va?-
-Gordo. ¡Gordo! ¿Todo tranqui, Gordo?- se escucha como respuesta.
Ruido a silla que se corre. Mesa que se mueve, zapatos que se arriman, tasas que se chocan y arranca, el Gordo: -¿Qué se cuenta por acá?-
-Vos sabés que, estábamos debatiendo este tema de los hijos. Complicado. Porque anoche nos contó el Polaco que la nena no le duerme, vieron. Le llora, dice que tiene miedo. La cuestión es que el pobre del Polaco termina todos los días durmiendo con ella, hasta que se duerme y se raja para su habitación-
-Es la edad también, lo sabemos, el tema está en que el Polaco anda todo roto. Ni caminar puede. Pa colmo no tiene un mango, la cama no es de lo mejor, digamos. Y la relación con la Juli no viene regia, digamos lo que se dice regia. Entonces, nada, estábamos debatiendo cómo lo podemos ayudar. Pero nosotros tenemos pibes grandes ya, los nuestros ya rajaron. Pero vos, Gordo, tu nena ¿Cuánto tiene? , ¿no llega a 6 la mocosa esa no? , el tiempo pasa tan rápido, qué viejos estamos, la puta madre-
-La petiza tiene cinco, Chicho. No llega ni a la mesada. Mirá, yo en algo puedo colaborar. Ojo, es mi experiencia, no es la verdad absoluta. Pero por otro lado, no sé, porque ustedes después me toman para la chacota y a mí me da por el reverendo carajo. Después dicen que me caliento pero ustedes son bastante hijos de puta, también-
-Con esto no, Gordo, ¿Vos lo viste al Polaco? , si lo vieras, por Dios. Está más doblado que jorobado cagando-
-Bueno, está bien. Préstenme atención. La verdad es que nunca imaginé contarle esto a mi nena. Me fui un poco de mi objetivo principal, digamos. Uno tiene, es su incesante búsqueda del bienestar primogénito, deslices involuntarios. Palabras más, palabras menos, nadie nos enseña a ser padres. Pero la Candela todos los días me lloraba. "Papi, no puedo dormir, tengo miedo", y a mí me partía el alma, qué querés que te diga. El psicólogo me decía que no, que la deje llorar toda la noche y que así superaba los traumas. Yo pensaba, así te habrán dejado a vos hijo de puta, llorando toda la noche, y ahora querés venganza. Con mi nene no, el padre soy yo. Pero después decía, acá estoy, con el psicólogo-
-¿Y entonces?-
-Y bueno. Resulta que una noche, no sé porque, pero mi nena, la Cande, me pidió que le cuente un cuento. Yo la miré atónito, medio desconfiado. Porque ahora los pendejos, qué libro ni libro, todo la tecnología, la cosa esa de youtube, videos, Dora la que explora, el Gato Loco y toda la porquería Yankee esa que te cobran en el cable o en Netflix. Pensé, quizás, que en una de esas lo vio en una peli de chicos o algo y nada, se hizo la novela la pendeja y me pidió un cuento. Pero a uno lo mueve, vistes. Tus hijos te piden que te claves una aleta en el culo y salís a la calle haciéndote el tiburón sin lugar a duda, simplemente porque son tus hijos. Entonces me dije, sí, le voy a contar un cuentito-
-Siempre fuiste bueno pa los cuentos vos-
-Sí, pero esta vez, elegí algo cierto. Una historia hermosa. De esas que vos están pidiendo contar. Esperás que te pregunten. Y le conté nomás. Le dije, Cande, hija mía, te voy a contar la historia del Pacha-
-Amigo, ¿Vos le contaste a tu nena la historia del Pacha? ¿Qué mierda le va a importar la historia del Pacha?, ta bien que era para dormila, pero el Pacha no tiene nada que ver-
-¿Me van a escuchar?-
-Dale, seguí-
-Le dije- , -Había una vez, un hombre al que le decían Pacha. De nombre y apellido irrelevante. Simplemente, Pacha. Así, como su apodo se pronuncia, y se luce en cada una de sus letras, firme, el Pa-cha. Hombre duro, altura media, pelo en pecho, cabellera abundante, elegante, bailarín, sagaz, desafiante, guitarrero y cantor. Pero sobre todas las cosas, dueño de una diestra que dibujó los mejores arco iris de nuestro fútbol en el barrio.
-El Pacha, carajo. El Pacha-
-Sí, el Pacha- , -Le seguí- , -El Pacha fue, o es, porque no se sabe, nuestra fuente de consulta en el fútbol. Mirá que vi cincos eh, los vi a todos, uno por uno. Pero el Pacha, nena, el Pacha se los llevaba a todos puestos. Uno por uno, no le duraban ni mierda. Yo era pibe y lo iba a ver jugar al campito. Que hombre che. Aparte, pintón. En el barrio, pezzuti. Cuando se jugaba los domingos, apostábamos a ver cuando hacía el primero o cuántos tipos se sacaba de encima. En el barrio muchos, viste, lo celaban al Pacha. Porque imaginate, era nuestro ídolo. Terminaba el partido, lo sacábamos en andas, al grito de -Pacha no te vayas, te vinimos a ver-. Era un rock star. Vos ubicate en una época en la que no había esta mierda del Internet los videos y todas esas cosas que te venden a cualquier gil a un club grande. Cuchame, el Pacha jugó contra Galván, hermano, contra el Negro. Y al terminar el partido le dio la mano. 3 a 1 salió ese partido. Un gol de penal. Era una cosa de locos. El tipo salía del vestuario y se iba con la Keka, su mujer actual, en la Coupe Taunus. Uff, sabés lo que era. Aparte, tipo culto. Folcloreaba, siempre con su vasito de whisky, nos juntaba a todos los borregos y nos contaba sus hazañas. Qué hermoso momento era ese, hija mía. Vos sabés que nos sentaba y mientras tomaba su whikysito, nos hablaba y nosotros nos imaginábamos al tipo jugando de cinco, contra todos, gambeteando, peleando. Un guerrero lírico-
-"Bochini inventó el fútbol, nene", me decía cuando me veía en el almacén de Pablo. Y yo, hincha del Rojo, que el Pacha me diga eso, me inflaba como un sapo. Mi anécdota favorita era que una vuelta, estancado en una ruta con el auto, le contó a su mujer el gol que había hecho de tiro libre y el porqué de sus medias embarradas guardadas en el baúl. Y así anochecieron. Un romántico, no existen más esos. Aparte, había más sensibilidad antes, andá a decir eso ahora, te pegan una patada en el culo que volás. Estaba enamorado del Beto Alonso, pero siempre se supo, ojo, no soy testigo, de que en la despedida del crack de River, lo miró a su amigo y le dijo "Yo me voy Negro, hoy juega el Pacha, papá".
-"Bochini inventó el fútbol, nene", me decía cuando me veía en el almacén de Pablo. Y yo, hincha del Rojo, que el Pacha me diga eso, me inflaba como un sapo. Mi anécdota favorita era que una vuelta, estancado en una ruta con el auto, le contó a su mujer el gol que había hecho de tiro libre y el porqué de sus medias embarradas guardadas en el baúl. Y así anochecieron. Un romántico, no existen más esos. Aparte, había más sensibilidad antes, andá a decir eso ahora, te pegan una patada en el culo que volás. Estaba enamorado del Beto Alonso, pero siempre se supo, ojo, no soy testigo, de que en la despedida del crack de River, lo miró a su amigo y le dijo "Yo me voy Negro, hoy juega el Pacha, papá".
-En el auto, en la cocina, en la pieza, siempre un par de botines y un shorcito porque si había un partido, ahí iba a estar el Pacha. Hasta que una vuelta, se había organizado un partido en el barrio, el equipo del Pacha contra unos carniceros, unos muchachos que venían del Paraguay y bueno, ocurrió algo fatídico. Cada vez que me acuerdo, me da una bronca te juro. Me cuesta seguir, pero te lo voy a contar. 2 a 1 ganaba el equipo del Pacha. Cancha de tierra, como todas en aquella época. El Pacha estaba jugando de cinco. Agarra la Bocha, se para, tipo torero,se mete en la espalda del cinco de ellos, se la toca por un lado y escapa por el otro. Lo usa al 3 como opción de pase y cuando le sale el 2, le saca dos metros a pique corto. Se iba el Pacha, mano a mano. Pero no va che que lo cruza el 6 y el Pacha se la toca tan justito que el muchacho este del Paraguay lo agarra de tal manera. De tal manera, hermano. Todavía escucho los gritos de la Keka.¡Pacha, Pacha!, lo llevamos en andas pero al hospital. Todo el barrio en vigilo aquella noche. Obvio que se repuso el Pacha, si era duro como una roca. Pero no volvió a ser el mismo. Parecido a lo que le pasó al Bocha cuando lo retiraron de una patada. Era la única manera, al fin y al cabo-
-La cuestión es que se dice en el barrio que ante la imposibilidad de jugar, el tipo desarrolló una pasión en el fútbol que enloqueció. Antes, el fútbol era él, pero ahora lo tenía que trasladar. Y vos ibas a la casa, radio hablando de fútbol, programa, tango, folclore, pero siempre el fútbol. Todas las formaciones, todos los jugadores, los goles. Y a uno solo le quedaba escuchar. Uno entiende, con el tiempo, la razón por la cual a los hombres más grandes que uno, se los escucha con respeto. Porque el hombre ha vivido más que uno, a amado más que uno, a sufrido más que uno y ha mirado más que uno, fútbol. Entonces uno tiene que callar y darle la posibilidad a ese hombre, para que siga jugando mientras habla. Y nos contaba, mientras laburaba, porque físicamente siempre estuvo impecable. Nada de lo que decíamos, lo podía sorprender-
-Pero hubo una vez, hace poquito, algo que cambió el rumbo de la historia. Un partido que nadie imaginó. Un gol que muchos soñaron. Algo que cambió el rumbo de las cosas. El rumbo de la vida del Pacha. Según la Policía, dicen que cuando el Pity hizo el tercero, el tipo enloqueció. No lo gritó. Caminó callado a su galpón. Agarró un banderín muy antiguo de River y se fue a la calle mientras los hijos, distraídos, festejaban. Vaya a saber uno. El barrio tiene la teoría de que el tipo, con ese gol, ya no le quedaba más nada para ver. Sus hijos dicen que aveces parece que lo ven en la calle, de noche. La gente del barrio todavía lo busca y le reza. En la esquina de Pasteur y Arredondo hay un altar, con un mate jarrito, un banderín de River Plate y la triste estampita de un santo-
-¿Y aparte de para dormir, para qué le sirvió a la nena el cuento?-
-No le conté un cuento, le conté una historia. Y no cualquier historia, la del Pacha. Seguro no le sirva de mucho, pero yo necesitaba contarla, amigos, lo necesitaba.Y además, quien sabe, el día de mañana por lo menos no me a va a salir de Boca la nena-
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