"Todos somos falsos". ¿Fuerte no? Esas fueron las últimas palabras de Luis. El apellido no se los puedo decir, no porqué sea un secreto, simplemente porque no lo sé, no me lo dijo. Además, a Luis lo conocí una hora y media, solamente. Pero ese tiempo me bastó para no solo comprenderlo e él como persona, sino también, comprender un poquito más al mundo que nos rodea.

Aquel julio del 2019 me encontró muy motivado. Yo estaba a punto de recibirme de Licenciado en Comunicación Social y tenía muchas ganas de encarar un posgrado, de investigar sobre la comunicación de las tribus nativas de latinoamérica. Uno cuando crece se va llenando de sueños, pero después sigue creciendo y los va priorizando según el alcance. No se puede escapar del sistema en el que vivimos, y como dicho sistema es capitalista, es el mismo capitalismo el que te deja o no, alcanzar esos sueños.

En la última semana de ese mes, fui invitado a un congreso que se tituló "Congreso metropolitano sobre las perspectivas de género en la comunicación". Muchos y buenos profesores de varias universidades asistieron a la charla y presentaron artículos sobre la temática. Llegué muy puntual, temprano, diría. La charla tendría lugar en el auditorio. En los minutos que estuve libre antes de entrar al lugar, me dediqué a uno de mis hobbies favoritos, encontrar parecidos. Encontrar parecidos es, a priori, pelotudés bárbara. Pero creo que el hombre, antes de poder pararse sobre las dos piernas ya buscaba parecidos. Y ojo, no sucede en todo el mundo. En los lugares con rasgos asiáticos, por ejemplo, no lo podés hacer. Ni vos ni ellos, porque son todos iguales. Por eso yo siempre digo, que acá en Argentina tenemos muchas cosas importantes que en otros lugares no tienen. Como el dulce de leche, el mate o buscar parecidos.  

Entre tanto mirar me di cuenta de que había mucho viejo con cara de culo, otros con la mirada perdida, mucho lente, mucha barba, mucho traje y demasiada cordialidad. Movimientos justos, para que la ropa no se desarregle, palabras cortas y al pie y todo tipo de actividad acotada, antes de la presentación de la charla. Eso sí, había mucha mano apretada seguida de la palabra: Felicitaciones. Yo creo que la palabra felicitaciones nace de una total obligación. Te recibiste, felicitaciones, compraste un auto, felicitaciones, vas a dar un congreso, felicitaciones. Yo creo que no siempre uno tiene ganas de decir felicitaciones. A lo mejor vendría mejor un consejo. Por ejemplo, tuviste un hijo, ojo con los vómitos. Compraste un auto, mirale el aceite más seguido. Te recibiste, no te ilusiones con conseguir laburo rápido, hay que lucharla bastante. Y así con todo. Porque el "felicitaciones", no aporta nada. Aporta una sonrisa, obligada también.

Con ese pensamiento entré en la sala. El congreso comenzó. Yo estaba ubicado en la última fila. Y no sé si por la oscuridad, por la calefacción o la comodidad del asiento, empecé a tener sueño y me desconecté totalmente del debate. Pero como tenía miedo de quedarme dormido, no por que me vean dormir, sino porque cuando duermo generalmente ronco, me entretuve con el celular y con el flow me puse a ver el partido. San Lorenzo y Huracán completaban una jornada de un clásico postergado. 

A los 15 minutos, San Lorenzo metió el primero. El clásico pintaba bueno. Al minuto 16, la silla a mi lado, que estaba vacía, se ocupó. -¿Hace mucho arrancó?- escuché que me preguntaron. Giré la cabeza y vi a un hombre calvo, de barba candado, con anteojos y de traje. -Hará 20 minutos, algo así- le respondí. -No, no pibe- dijo el hombre mientras se acomodaba en la silla. -El congreso no, el partido digo. El partido. ¿Cuánto va?-

Me sorprendió. Le dije que iban 16 minutos y que San Lorenzo iba ganando 1 a 0, a lo que él complementó - Y, tienen mejor equipo los Cuervos, es así- . Yo no le quise seguir la charla, porque siempre fui pudoroso de que en público me digan que me calle o me miren mal por hacer ruido en un lugar silencioso, por eso el temor a mi ronquido también. El hombre se percató de mi cobardía y me susurró -Quedate tranquilo que yo tengo mil congresos como este en el lomo. Y ya desarrollé la habilidad de hablar sin que me escuchen. Vos solamente, sino querés conversar, decime que sí o que no con la cabeza-. Me agradó el comentario porque básicamente había encontrado la forma de divertirme en una hora y media que iba a ser aburrida. 

-Leíste al Alemán Kohlz sobre las diversas formas de comunicación en el contexto del género, en Europa, ¿No?- me preguntó. 

Afirmé con la cabeza. 

-Entonces sos como todos estos-, me dijo el hombre.

Lo miré con duda.

-Mentiroso, digo. Porque no existe un alemán llamado Kohlz que hable sobre esto, pibe- me retrucó.

Me avergonzó, me había descubierto.

-Igual tranquilo, te entiendo. Yo también fui pibe, y también asistí a los congresos porque algún profesor, del cual necesitaba una nota en un parcial, me lo recomendó. No te aflijas-

Yo me reí. Era muy cierta esa observación. El hombre dejó pasar algunos segundos en silencio y me dijo que se llamaba Luis. Yo finalmente me animé a susurrar y le dije que me llamaba Lucas. Luis no superaba los 60 años, pero físicamente lucía arruinado. Era un hombre medio robusto, con las manos llena de lunares y desprolijo, como si no le interesara salir al mundo vestido. 

Cuando pasaron algunos segundos en silencio, Luis me dijo -Luquitas, anotá lo que te voy a decir, porque encima veo que al pedo trajiste lapicera y papel, así que te voy a hacerlos usar para algo. Vos anotá-

Rápidamente tomé la lapicera y el cuaderno.

-Ves todo esto que nos rodea, ¿No? bueno, todo esto es una mentira. Vos escuchame bien lo que te voy a decir. Centremos la observación en esta sala. Primero hablemos de vos. Vos estás acá, no porque te interese este congreso, sino porque necesitás una buena nota del profesor que te lo recomendó, y además estás viendo San Lorenzo vs Huracán. Primera mentira. Vayamos un poco más adelante. El presentador del congreso, el que tiene el micrófono pegado a la oreja. Él tampoco quiere estar acá. Ya te digo, tipo de unos 30 años, mujeriego, bien físicamente armado, que labura en la universidad como locutor, o presentador y tiene la obligación de estar en todas las charlas, de decir toda la historia académica de cada viejo que viene a hablar en ese escenario. De lo único que disfruta es de comer algunos sanguchitos de miga al final y de hablar siempre con la camarógrafa, de la cual está enamorado hace 3 años pero tiene las bolas para decírselo. Segunda mentira-


Siguió, Luis - Vamos con la tercera mentira. El que comienza a hablar. El que comenzó la charla y es el más mentiroso de los tres. Porque no tiene una mierda que decir. Generalmente es el menos relevante, el que batalla por un lugar en la importancia de los congresistas, pero es el más vivo. Porque arranca a hablar y dice la frase: "Bueno, de todo lo que les comenté, lo va a profundizar con más datos y trabajos, mis colegas, le cedo la palabra a..." y ahí le tira el cajón a los otros dos. Fácil. Tercer mentira encontrada. ¿Cuarta mentira? la camarógrafa. Vos pensás que la flaca está obsesionada por la calidad de la toma, pero no. Por microfonito se recontra caga de risa de la cara del segundo viejo y del gordo que está en primera fila y de querusa se saca los mocos. 

-Y te agrego dos mentiras más. Una menos importante, los que se sientan al fondo. Nosotros. Porque si te querés ir antes, nadie te ve. Si estás adelante, cagaste. Estrategia pura. Y la última y más importante, el orador principal. El que habla último. Aquel de pelo largo y de lentes. Generalmente es rector. Tiene mil millones de reuniones, no asiste a clases pero tiene a un "ayudante de clase" que te facilita las cosas, aparece en los parciales y te caga la vida. Pone cara de malo pero no tiene las agallas para decirle al fiambrero que el crudo lo tiene a un precio carísimo. Generalmente es amargado porque es hincha de un equipo que pierde los clásicos. Así que no te extrañe que esté tomando mucha agua y medio inquieto. Quizás sea de Huracán y sepa el resultado  del partido. Gol del Ciclón, ¿No?-

-Sí- le dije.

-¿Ves? por eso se pidió otra botellita de agua. Es un hervidero. A lo que voy, Luquitas, a lo que voy es; ¿Vos te pensás que a ese tipo le importan todas las boludeces que se están diciendo en este momento? ¡No! ese tipo, en este exacto minuto, quiere estar en la casa recontra puteando porque su equipo está abajo en el marcador en un clásico de barrio. Pero le toca estar acá, porque él, como todos, tiene que justificar el sueldo. Anotá esto por favor, Lucas, anotalo. La vida del hombre en el capitalismo se basa en justificar sueldos con funciones injustificables, anotalo, por favor-

Luis tomó aire y siguió comentándome - Y te digo más, no solo con estos tipos sucede. No Luquitas, no. Pasa con todos nosotros. Cuando vos eras chico, y la maestra te dejaba irte antes para ir a ver el partido del mundial era porque ella era la que quería clavarse la celeste y blanca, no porque le interesaba tu sentimiento patriota y futbolero, no querido. En ese momento, a ella le importaba más que Argentina le ganara a Alemania en el 2006 con un gol de Ayala de cabeza, que vos supieras conjugar un verbo. Si ella al fin y al cabo sabía que cuando fueras adulto, todas esas conjugaciones las ibas a suplantar por el boludo, el corte, el ahre, el che y todas las deformaciones del idioma nacional. ¿Vos te pensás que las profesoras que dan clases en un colegio a las 8 de la mañana tienen ganas de estar ahí? ¡No! tienen que estar ahí porque sino no cobran y sino cobran, no pueden vivir. Nadie discute que aman lo que hacen. Pero más quisieran estar durmiendo placenteramente hasta las doce del mediodía. Sobre todo las de inglés-

Parecía cómico lo que me contaba Luis pero no dejaba de ser verdad, en parte.

-Es como lo de los médicos- siguió. -El médico te dice que no fumes, que no morfes, que no escabies. Pero la mayoría de los doctores son drogadictos, alcohólicos, con admiración por la sangre, fumadores, y generalmente gordos. Yo quiero que entiendas, Luquitas, que entiendas, que todo esto es mentira. En el fútbol, ni los entrenadores dicen lo que tienen ganas de decir, ni los jugadores ni los periodistas son libres a la hora de expresarse. Todos actuamos la realidad porque tenemos que cobrar a fin de mes-

-Y ¿Cuándo somos auténticos? ¿Con una novia o novio?- le pregunté.

-No del todo- me respondió. Y siguió - Cuando vos salís por primera vez con alguien, no sabés si será el amor para toda la vida, no estás flechado todavía, o al menos no del todo.  Por ende, le escuchás un cinco por ciento de lo que dice. Ellos te habrán contado, en esa noche, que son sensibles, que tienen miedo a arriesgarse, que son hinchas de San Telmo, que son de Capricornio con ascendente en avenida Júpiter, que tienen una abuelita en silla de ruedas a la cual ayudan a vestir, que sueñan con tener hijos. Pero vos no escuchaste un carajo. Ni cerca estás de que te importe si ella tiene o no, una abuelita en silla de ruedas. Vos habrás prestado atención a dos cosas. Una, la cuenta que trajo el mozo o la moza. Y dos, si ella o él viven solos. Nada más. Obviamente que con el paso del tiempo y si las cosas van bien, uno se va interesando. Pero esa noche, la primera noche, mentiste-

-Y te digo más. Cuando uno ve a un influencer en las redes sociales, que sonríe, que publica cosas positivas de la vida, que te dice como vestirte, también está mintiendo. Pero tuvo la habilidad de vivir de eso y como las otras mentiras, se vuelve respetable. Pero no dejan de ser mentiras. Nadie en el mundo se levanta diciendo qué lindo día, que linda es la luz que te ciega los ojos, el frío que te achica las bolas y el bondi que va hasta la manija y que hace que viajes parado una hora y media hasta el laburo con riesgo a que te afanen el celular. Nadie, es mentira-

-¿Y cuál es el único momento en el que somos de verdad?- consulté.

-Hay dos Luquitas, hay dos. Son el nacimiento y la muerte, y son inevitables, escapan a todo sistema y no pueden ser manipulados por el hombre. Uno nace desnudo sin más, no tiene la posibilidad de decir; Ojo que nací pero esta es mi última vida eh. No no, uno nace sin saber porqué nació, descontaminado. Y cuando uno muere, uno no es capaz de dar un congreso en agradecimiento a toda la bibliografía que leyó. Uno sabe que se está muriendo y se te vienen todas las cagadas que te mandaste y ahí orás para que, si existiera un Dios, sea bueno. El nacimiento y la muerte son las únicas dos cosas que no son mentiras, el resto es discutible-

De todo lo que me dijo Luis, pude confirmar una cosa. Que el viejo orador era de Huracán. Porque terminó la charla y se fue rajando, re caliente. Cuando nos despedimos, Luis me invitó a un congreso. Me dijo que era sobre el Nihilismo. Yo no sabía qué era. Él me explico que era algo así como una idea de que todo se reduce a la nada misma, una filosofía en donde nada tiene sentido.

Y antes de que le diga que sí me dijo -Nada tiene sentido. Todos somos falsos, pero tenemos que cobrar a fin de mes. Te veo en mi charla, no te olvides de llevar el celular, porque va a ser aburridísima-