Un tipo caprichoso




 Pedrito escribe sin parar, que el mundo está por estallar. Pero mientras ese tal Pedrito escribe esas líneas, hay un tipo, recontra caprichoso, que ya hizo dos goles, pero quiere el tercero. ¿Por qué? por que sí. Por que no le alcanza. Porque quiere llevarse lo que le pertenece, la pelota. Y ese tipo está vestido de celeste y blanco, en una noche lluviosa. 


Y por ese capricho decide quedarse en el área, como rogándole a Dios que le quede algún rebote sucio, para cumplir ese capricho. Y Dios lo escucha, y el rebote llega, y el tercer gol también. Y lo gritamos todos. Y el tipo señala al cielo buscando a su abuela, y la vieja le sonríe y lo abraza, con ese abrazo característico de una abuela, que aunque el mundo estuviera por estallar, esos brazos nos daban a  entender que todo iba a estar bien.


El partido termina. El tipo camina unos pasos hacia un periodista que le pregunta algo, parecido a lo de siempre. Y este fenómeno se emociona y llora. Como nunca lloró. Pero como lloramos todos nosotros. Llora y se saca un peso que le hacía mal, que nos hacía mal. ¿Por qué llora? si lo tiene todo. Este tipo es un caprichoso, tiene todo y quiere más, piensa Pedrito.


Pero lo que no sabe Pedrito, es que este no es un capricho cualquiera. Porque para empezar, mientras el mundo está por estallar, y mientras este tipo lleva la pelota pegada al pie, hay chicos, chicas, jóvenes, adultos, ancianos, de todas las clases, de todas las regiones, religiones y rincones del mundo, usando, bajo cualquier contexto, una camiseta con su nombre. Y si del mundo las personas hacen una mierda, ese mundo es menos mierda porque ese montón de gente, de repente, es feliz, al menos por un momento, al menos mientras el tipo la siga llevando pegadita al pie.


Entonces, Pedrito entiende, ahora, que no es un capricho cualquiera. Mientras el tipo llora y  festeja con la gente que siempre lo amó, en un rincón, hay un montón de gente que lo denostó, pero el tipo festeja con ellos también, porque hoy y siempre, el amor es más fuerte, piensa Pedrito.


Finalmente, Pedrito cierra las líneas, sabe que el mundo está por estallar, pero también sabe que hay un tipo, medio petizo, zurdo, que juega para Argentina, que es un caprichoso bárbaro. Y que ese capricho casi que es imposible de cumplir, pero hoy, al menos hoy, lo hizo. 


Porque el capricho de este tipo, no es ganar cosas con su Selección, ni con su club. El capricho de este loco es aún más grande. El capricho de este hombre es ser feliz. Pero para alcanzar esa felicidad, el tipo tuvo que ser caprichoso. Tuvo que pelear desde chiquito, tuvo que perder mil finales, tuvo que volver hasta el cansancio, tuvo que soportar los piedrazos al alma por los dichos falsos de sus enemigos. Pero una noche, por testarudo y caprichoso, el tipo lo logró.  Y el capricho se cumplió. El tipo logró ser feliz. Y si él es feliz, una gran parte del mundo es feliz con él. Porque en parte, como jugar al fútbol, ser feliz es un capricho que todos queremos cumplir.




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