Una mano lava la otra y las dos lavan la cara

 



Un domingo, frío y lluvioso no es presagio de nada bueno, salvo de dormir la siesta. ¿Pero qué hincha del Rojo puede dormirse una siesta sabiendo que en una horas, el equipo del Ruso tiene que ganar después de  12 fechas? Entonces, automáticamente, la única esperanza que encontramos para salvar un domingo frío y lluvioso es, otra vez, ver ganar a Independiente.

Pero últimamente no es fácil ver ganar a Independiente. 12 fechas pasaron de la última sonrisa. Y de local, nada todavía. Por eso, aún con el domingo lluvioso y frío, tanta gente se rompe las manos aplaudiendo la salida del equipo. ¿Por qué? porque ahí, en ese rectángulo verde con líneas blancas, está depositada la última esperanza de este domingo. Porque allí, Independiente le tiene que ganar a Belgrano, sí o sí.

En el mientras tanto que Marcone saluda hacia los cuatro costados del cielo de Avellaneda, un nene en la platea escucha consecutivamente la palabra "Ayuda", conjugada de la siguiente forma: "Ayudar". La frase que escucha el pequeño es: Nunca tuvimos ninguna ayuda, nosotros tenemos que ayudar". Y los otros hombres que hablan con su papá no le discuten esa frase. La aprueban con un movimiento descendente y ascendente en el fresco aire de zona sur. 

Y mientras el pibe escucha todo ese palabrerío, Independiente sale a morder al rival, a Belgrano, que se ve presionado, nervioso, y comete un ingenuo penal. Herrera lo cobra sin dudar y, Cauteruccio, nos ayuda a sacar la nariz afuera del agua para tomar aire, para que no nos ahoguemos. Intercambia el penal por gol y nos pone arriba 1 a 0. La gente lo ayuda a gritar el gol porque este uruguayo, en un momento muy complejo, siempre aporta su cuota y nos sigue ayudando a soñar.

En el complemento, la palabra ayuda siguió siendo protagonista de la jornada. Porque fue Independiente, quien se cansó de ayudar a Belgrano para que siguiera en partido, porque no paró de perder goles que hubiesen cerrado el match de forma temprano. Pero en el momento crucial, Herrera vuelve a cobrar un penal, y Cauteruccio lo vuelve a cambiar por gol. En la platea, el papá del niño discute con otro para confirmar si el juez está ayudando o no a Independiente. El padre le vuelve a recordar que justamente, ayuda es lo que nunca hubo. Que estas dos manos, que nos dan una mano, fueron mano. Y suelta una frase que se instala en los oídos del niño, mientras Ortiz se va de la cancha aplaudido por todo su público. Y la frase es: Una mano lava la otra y las dos lavan la cara.

El partido se terminó, justo, con esa frase. Independiente, hoy, es esa frase, porque se ve, o mejor dicho, los hinchas nos vemos en la necesidad de ayudarnos entre todos para salir hacia adelante. Para poner de pie la institución que muchos dirigentes se encargaron de destruir. Y si ayer fue en la calle, hoy, es en los bolsillos, donde se ve el esfuerzo del hincha que lucha contra viento y marea por su club, por la pasión. Porque la pasión puede ser manipulada por muchos actores del mercado, pero no se compra. Simplemente se tiene o no se tiene. 

Y ahí están los hinchas de Independiente. Saltando y cantando bajo la lluvia, dándose las manos entre sí, empujando para arriba, hacia la eternidad. Haciendo oído sordos a los mierdas que no saben que los dos estadios fueron levantados por el club, que los predios tuvieron la participación del socio, y que jamás le debimos ni le vamos a deber nada a ningún político de renombre ni de turno, porque somos Independiente, de todos, incluso de los que quieren ser como nosotros, pero no lo serán jamás. Porque aunque muchos no lo entiendan, en medio de esa gastada, en medio de esa bronca trasladada, hay muchísima gente que está dejando la vida por la pasión.

A la salida de la cancha, el niño le pregunta al padre sobre el significado de esa frase. El padre no duda, y le dice: Hijo, ayudarnos entre nosotros, en la historia misma de Independiente, porque para ser Independiente, no tuvimos la ayuda de nadie que no se haya puesto la camiseta del Rojo.

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