-Hola, perdido- decía el mensaje que me había enviado el Negro, el viernes, una hora y media antes del comienzo del partido. Mi amistad con el Negro es ese tipo de amistad que se basa en una sola cosa; el Club Atlético Independiente. Es decir, los cumpleaños de nuestros amigos, nosotros los recordamos según sucesos del Rojo cercanos a la fecha. Los aniversarios, las anécdotas, los hijos, las tristezas y las felicidades, caminan en la misma órbita. Por eso es normal que, fuera de temporada, el Negro y yo no nos contactemos sino antes del comienzo de esto a lo que llamamos fútbol.
Con ese mensaje que les comentaba, supe al instante que el Negro quería juntarse a ver el partido. Él sabe bien que mi mundo ha cambiado. Que la vida se encargó de que las compañías habituales para ver al Rojo se fundieron en materia aunque ahora brillan en amor, por eso sabe bien, él sabe bien, que hay partidos en los cuales yo necesito compañía.
La misma compañía que necesitaban los delanteros del Rojo en el primer tiempo en el cual el equipo no dio pie con bola, la misma compañía que necesitaba Mancuello a la hora de levantar la cabeza. La misma compañía que necesitaba Rey cuando volaba evitando que el otro Independiente se ponga arriba en el marcador.
El primer tiempo se fue. Pero de repente, con el mate en la mano, el Negro se levantó y le gritó al televisor: "mirá, entra el perdido". En el chato aparato, un petizo con las mechas teñidas entraba al campo de juego con la 10 en la espalda. Inmediatamente surgieron un término y una pregunta; la esperanza, y la necesidad de saber por qué, quien usa ese gran número de camiseta es suplente en este club.
Al toque, ese 10 hilvanó un contraataque hermoso con Ávalos, y finalmente se la cedió al Negro Costa que apunto y le rompió el arco al arquero de ellos para que nosotros festejemos, nos pusiéramos arriba en el marcador y nos reencontremos con lo perdido; Con la victoria, con los festejos, con la sonrisa, con nuestros cielos, con nuestros amigos y con la esperanza de volver a pelear por eso que creemos haber perdido.
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