Eliseo sostuvo, antes de ingresar al estadio, que la izquierda ya no es lo que era y que los zurdos se han convertido en otros personajes del panorama político en la Argentina. Miguel, que fue, es y será de izquierda, con mucho respeto le remarcó que para nada era así, que la izquierda debe estar siempre presente para ocupar al menos ese espacio de debate en el sistema que rige al mundo. El tercero del grupo de cancha, Juan, algo peronista, afirmó sin ninguna duda que prefería tomarse un café con un zurdo y no con un derecho. Así, sin ningún agravio de por medio, estos tres tipos que, son amigos y usan la camiseta de Independiente, ingresaron al Libertadores de América, Ricardo Enrique Bochini. Y, como un presagio de una tarde que empezaba a nacer, sin darse cuenta, con la zurda, los tres dieron el primer paso al primer escalón de la Erico alta.
Independiente saludaba a los cuatro costados del cielo de Avellaneda con la obligación de ganarle a un rival mucho menor, Riestra, que, sin embargo, acumulaba una racha de resultados positivos. No pasaron demasiados minutos desde que estos tres amigos se acomodaron en su silla que, Loyola se escapó por izquierda y de zurda, tiró el centro atrás para que otro zurdo, Mancuello la deje pasar para otro que usa la pierna izquierda, Montiel quien abrió esa misma extremidad y la clavó en la ratonera para poner el primero del Rojo.
Los tres amigos se miraron, curiosos, pero prefirieron no precipitarse. Porque Riestra, en una jugada accidental, lo empató, al minuto. Pero al minuto, también, otra vez Montiel, se paró de zurda para patear un tiro libre desde una posición que no lo favorecía demasiado. El 44 alzó la cabeza una vez para mirar el ángulo del arquero rival. Luego miró fijo al esférico y, cuando el juez pitó, tomó carrera y con el botín izquierdo lanzó la número 5 a uno de los viajes más hermoso que hemos visto en mucho tiempo. La pelota pegó en la unión interna entre el travesaño y el poste y se metió en el arco de ellos. Gol nuestro. El zurdito, Montiel, lo sale a gritar, pareciera que en ese momento todos nos convertimos en amantes de los zurdos y lo gritamos también con él. Pareciera que los goles lindos tienen esa ventaja, no importa quien los haga o como, nos enamoran para siempre, como ese beso que toca el alma y se sella a fuego, ese fuego que sentimos cada vez que vamos a ver a Independiente.
Ávalos remató el partido, de zurda, también. El partido terminó. Ganó el Rojo 3 a 1. Eliseo, Miguel y Juan, nunca jamás se pondrán de acuerdo políticamente, pero al menos hoy, todos están de acuerdo con una cosa; que los zurdos tienen algo con lo que siempre nos enamoran, al menos, pateando un tiro libre.
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