Goles para los días de la vida




 Un día que empieza a crecer, como el de hoy, pero ayer. Un día que crece con los condimentos de todos los días, una pizca de felicidad, una cucharada de angustia, algunos momentos de bronca, un sentimiento amoroso, algunos sobrepasos de lujuria, las risas que nos mantienen, el miedo que nos acecha, y la esperanza de abrazarnos a cosas que nos sostengan.  Y esa esperanza, entre otras cosas, en este día que empieza a crecer, está sostenida por el Club Atlético Independiente. 

Ese Club Atlético Independiente que sale a la cancha un martes por la noche y saluda a los cuatros costados más místicos de todos los costados. Saluda y se ubica en la cancha al grito de, dale Rojo, dale. Del otro lado, Unión, ese pesado rival que el único objetivo que tiene, además de clasificarse a una copa, es amargarnos la existencia. Pero no podrá.

Y no podrá entre otras cosas porque esta vez Vaccari decidió que Montiel juegue por izquierda. Y en esa decisión se apoya la esperanza de, como les dije, este día que empieza a crecer. Porque van 22 minutos y el equipo todavía no llega al arco rival. Sin embargo, en un chispazo de lucidez, los jugadores de Independiente juntan 3 pases seguidos y, generalmente, en el fútbol, cuando juntás tres pases seguidos, al menos la pelota te juzga diferente, te mira un poco más enamorada. Entonces Hidalgo la limpia para Marcone, para que el capitán, se la entregue a Montiel, y este último, parado de zurda, como Dios manda, tira un centro perfecto, una delicia para que Ávalos de cabeza rompa el arco rival. Nuestro 9 sale gritando contra el córner porque es gol nuestro. El Libertadores de América se rompe en aplausos y en un grito de gol. Y sucede algo que se destaca con esto último, porque los goles, en definitiva, son como una bocanada de aire que uno mete en la vida porque aunque queramos distraernos, esta marea que llamamos cotidianeidad no para de tirarnos olas y maremotos. Es en ese mientras tanto que tratamos de flotar, asomar la cabeza para respirar, sonreírle a la tormenta, abrazar y gritar esos goles que nos sotienen el alma eternamente y sobre todas las cosas, en mi caso y en el de ustedes, si son de Independiente.

Y si hablamos de goles, el Rojo hizo tres, sigue en zona de copas y renueva una alegría que nos hace falta, a todos y cada uno de los que amamos esta camiseta. Porque, mañana, cuando estén leyendo este relato, en un día que empezará a crecer, esa pizca de sonrisa será un poco más grande, al menos por unas horas, gracias a esos goles para los días de la vida. 




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