Una obsesión

 



Mi amigo el Coche tiene una obsesión por asociar las casualidades de la vida. Por eso, entre otras cosas, tiene tatuada una frase e Einstein, que dice: "La casualidad es la manera en la que Dios se mantiene en el anonimato", o algo así, porque no es muy valiente y se la tatuó en una parte de su espalda".

La misma espalda que se apoya en la butaca de la platea Erico Alta mientras Independiente sale al campo de juego y eleva, no solo sus brazos y manos al cielo de Avellaneda, sino una camiseta con el número 2, que le perteneció, le pertenece y le va a pertenecer para siempre a Hugo Villaverde, que desde ese mismo cielo, lleno de gloria, respeto y amor, es testigo de cómo, los de Independiente, lo homenajean y lo guardan en su corazón para el resto de los tiempos.

Y aunque esos tiempos no son los mismos, la obsesión de la nueva gente que ama estos colores, sigue siendo lo misma. Porque el hincha de Independiente, además de ir a la cancha a ver ganar a su equipo, va a la cancha para ver once jugadores jugar bien a la pelota. Si eso no sucede, aunque la victoria se consume, habrá un dejo de sin sabor. Porque aunque muchos mentirosos quieran cambiar la historia, en este club, se juega al fútbol y se va para adelante, cualquier otra cosa no tiene nada que ver con el espíritu de esta camiseta. Claro está, que acá hay que meter y correr, pero una vez que metiste y corriste, tenés que jugar al fútbol, porque estás en el Club Atlético Independiente.

Por eso mi amigo Coche, su papá y toda la tribuna se ofusca cada vez que la pelota gira sin sentido. Es el partido número mil que el equipo de Vaccari espera el milagro de un gol. Hoy parece no haber muchos causantes de ese milagro. Diría que ninguno.

Pero mi amigo Coche, obsesivo de las casualidades, me señala, en un tiro libre, la dos de Villaverde, el cielo, y la cabeza de Laso que se mete en lo más profundo de la red para que gritemos el gol de los nuestros. Laso y Villaverde sean, quizás, la antítesis de la historia del club, sin embargo, hoy, Joaquín nos da la victoria y el homenaje a Hugo, como para darle la razón a Einstein y a mi amigo Coche, como si verdaderamente Dios se escondiera en las casualidades para mantener el anonimato, el mismo anonimato que mantuvo Villaverde durante toda su vida, una vida en la que destacó la humildes, el trabajo, el respeto y el amor, ese amor con el que hoy toda una generación de hinchas le brinda para la eternidad. 

Independiente se llevó la victoria gracias al dos. Dudo en decir a qué 2, si a este, Laso, a aquel que tanta gloria nos otorgó. Pero ganó y se asoma a esa obsesión que vos, mi amigo Coche, Dios, Einstein y yo tenemos; que el Rey de Copas vuelva a salir de ese anonimato, y se ponga el parche de la Copa Libertados de América.

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